martes, 8 de enero de 2008

Los Reyes Magos no existen

Esta vez pedí a los Reyes Magos, señores, unas cuatro cosillas un tanto difíciles de conseguir, "aunque para ellos no lo será", pensé, "pues por algo son Reyes y Magos". Así tendría el argumento definitorio para demostrar categóricamente su existencia o su inexistencia, según los resultados. Alentada por este razonamiento, pedí, señores, lo siguiente:

- Que me fuera posible helar el tiempo.

- Que cuando dijera "Tierra, trágame" la Tierra me tragara (y cuando yo quisiera me dejara libre).

- Que a mis oídos les crecieran párpados para poder controlar lo que entra por ellos y para probar las delicias de un silencio cuasiabsoluto.

- Que se inventara estos días la pastilla del olvido (para olvidar, no para dejar de olvidar) y que no fuera muy cara. ¡Ah! y sin efectos secundarios, por lo que el alcohol, las drogas o la muerte quedaban excluidas.

El día de Reyes me desperté ilusionadísima, pero ni el tiempo se heló a mis órdenes, ni la Tierra me tragó. Y seguía teniendo dos párpados. Ante estos primeros resultados perdí la esperanza de que algún día pueda olvidar lo que quiera cuando quiera.


Dadas estas circunstancias, señores, yo no me corto ni un pelo y afirmo tajantemente que ¡los RRMM no existen!

– ¡Oooooh!

¡Así que exijo que se me devuelva el dinero gastado en tinta y papel para escribirles!

(Aplausos y ovaciones)

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