domingo, 22 de noviembre de 2009

Estrellado cielo ruso

Desconozco gran parte de la cultura rusa. Soy una ignorante de la historia de Rusia. En mi vida me he topado con un par de rusos. No he tenido relación alguna con Rusia ni he visitado sus tierras. Estudié ruso dos años en mi colegio de Rumanía, cuando tenía muy poca edad, y solo recuerdo algunas palabras insignificantes. Solo sé de Rusia lo que sé de Dostoievski, Tchaikovski, Oistrakh y alguno más, lo cual no es mucho. Pero a pesar de tan poca información esta nación ejerce sobre mí una atracción inexplicable, la veo rodeada de un aura de magia que me llama, que me llena de buenas vivencias interiores. Eso a pesar de tener ciertos prejuicios acerca de los rusos, prejuicios que son fáciles de justificar habiendo yo vivido unos cuantos años en Rumanía, donde los rusos no son demasiado bien vistos por motivos relacionados con el comunismo principalmente. Dejando a un lado dichos prejuicios, que en parte podrían coincidir con la realidad, en parte son inventados y se basan en el típico error humano de generalizar, lo que me queda de Rusia es lo que me inspira El lago de los cisnes, el Concierto para violín de Tchaikovski en la versión oistrakhiana o las novelas de Dostoievski. Se trata de obras que tienen algo en común, algo con un sabor único, sabor que yo relaciono con Rusia, con su pueblo, generalizando, claro está, y construyendo una realidad propia basada en obras de arte que puede no coincidir con la verdadera realidad. Siendo esto así, intentaré expresarme con propiedad y diré que siento amor, admiración y respeto por una porción del arte ruso y el mundo que refleja, más que por Rusia como nación. Llegados a este punto, no me queda nada más que decir de esto, simplemente quería plasmar de alguna forma ese sentimiento que me provoca “lo ruso”, siendo plenamente consciente de que el amor o cualquier sentimiento no se expresa con palabras y esto que acabo de escribir es muy pobre (tal vez si tuviera una minúscula porción del talento de Dostoievski me acercaría más al centro del asunto).

martes, 27 de enero de 2009

Credo biológico

He encontrado por ahí un texto requetegracioso cuya fuente primaria permanece oculta a mi muy limitado pero ultra-de-moda entendimiento, lo cual no constituye, ni mucho menos, un obstáculo para el cumplimiento de la misión par excellence de dicho texto, a saber, arrancar sonrisitas de muy adentro a estudiantes estresados en esta época conocida como "de exámenes" (que odio con el ardor de mil soles).
Ahí va...

Creo en el ADN todopoderoso,
creador de los seres vivos.
Creo en el ARN, su único hijo,
que fue concebido por obra y gracia de la ARNpolimerasa.

Nació como transcrito primario,
padeció bajo el poder de metilasas, nucleasas y adenilasas.
Fue procesado, modificado y transportado.
Descendió del citoplasma,
y a los pocos segundos fue traducido a proteína.

Ascendió por el Retículo Endoplasmático y el Complejo de Golgi,
y está anclado sobre la membrana plasmática a la derecha de una proteína G.

Desde ahí ha de controlar la transducción de señales en células normales y apoptóticas.

Creo en la Biología Molecular, la Terapia Génica y la Biotecnología,
en la secuencia del genoma humano, la corrección de las mutaciones,
la clonación de Dolly
y la vida eterna.

Amén.