domingo, 18 de mayo de 2008

El precio justo

Por supuesto que no he dejado de creer en el hombre y en su potencial para llegar a ser algo más que un simple animal egoísta que vela por sus propios e innumerables - aunque vacíos - intereses. Pero a cada paso encuentras tanta miseria, tanto barro y tanta carne podrida que la auténtica grandeza se te antoja imposible. Aun así, yo seguiré luchando para poner mi grano de arena a disposición del viejo sueño de la humanidad, ese sueño que nos ha permitido seguir caminando por la historia, que nos ha hecho soportable nuestra trágica y profundamente aburrida existencia. ¿Que un sueño es solo una ilusión, una mentira? ¡Qué importa! Algo hay detrás. La propia existencia del sueño es prueba suficiente de que hay un trasfondo originario que lo justifica.

Puede que sea una ilusa. Pero hacer mucho caso a aquellas palabras que me fueron dichas cuando intentaba hacer de reconciliadora... ¿no sería cruel? ¿No significaría renunciar a mi creencia en que, a pesar de su pobreza de espíritu, el hombre lleva dentro algo que trasciende el mundo percibido por los sentidos y en que eso puede llegar a triunfar sobre todas las adversidades? No, no renunciemos todavía a creer.

Y sin embargo... ¿por qué como un lejano eco resuenan en mí aquellas palabras: "No le pongas mayor precio, no le pongas mayor precio de lo que vale, Viorelo."?

Puede que sea una ilusa, sí.